martes, 1 de noviembre de 2011

El reloj de pulso, un pequeño dinosaurio que se resiste a morir.

Los relojes hoy en día tienen capacidad para bajar a miles de pies de profundidad bajo el agua y hasta subir al espacio exterior mientras dan un toque de lujo y estilo a su usuario. Lo último en salir es el reloj inteligente, un gadget futurista que busca ser un teléfono. Foto: shinji_w (vía Flickr).
Los relojes de hoy tienen capacidad para bajar a muchos metros de profundidad bajo el agua y hasta subir al espacio exterior, mientras dan un toque de estilo a sus usuarios. Pero en un mundo de dispositivos móviles que dan la hora, el reloj inteligente.
Entre las generaciones más jóvenes no es ningún secreto que el reloj de pulso está pasando de moda. Muchos lo usan porque lo recibieron como un regalo, pero se está volviendo cada vez más común el uso del celular u otro dispositivo móvil para ver la hora.
Sería una lástima que desapareciera del uso común, ya que su gran ventaja a través de las generaciones (y quizás la razón por la que remplazó al reloj de mano que se usaba con cadenita) es su diseño versátil y eficaz: atado a la muñeca, donde es casi invisible y resulta fácil de consultar, incluso para usuarios mientras manejan una moto o hacen deporte.
Esa ventaja no la tienen ni los smartphones de hoy, que hay que llevar en el bolsillo y el usuario siempre tiene acomodarlos cuando se va a sentar, cruzar las piernas, adoptar distintas posiciones y afrontar diversas situaciones. En cambio el reloj de pulso casi que ni se siente ni se ve, y el usuario puede tenerlo puesto casi que en cualquier lugar o actividad.

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